La escuela o Institución Educativa (IE) se entiende como un sistema organizado, institucionalizado y jerarquizado, cuyo fin es que las y los estudiantes conozcan, aprendan y manejen herramientas para desenvolverse en la sociedad (Sandoval, 2014).
De esta manera, la IE se entiende como un espacio tanto físico como social, que tiene como finalidad “el logro de los aprendizajes y la formación integral de sus estudiantes”1 .
A partir de ello, es fundamental reconocer que al interior de la IE se dan una serie de interacciones entre los diferentes actores que la conforman (estudiantes, docentes, directivos, personal administrativo, familias y otros agentes de la comunidad) y que dichas interacciones juegan un rol importante para el aprendizaje de los estudiantes.
Esto, debido a la naturaleza socio constructivista del aprendizaje, la cual establece que el aprendizaje se construye en el marco de las relaciones interpersonales que se establecen en un contexto o ambiente particular (Cornejo y Redondo, 2001).
Por lo tanto, para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea exitoso y la IE logre su objetivo principal, es importante prestar atención a los procesos interpersonales que se dan al interior de la IE y cómo estos influyen en los aspectos personales, motivacionales y actitudinales de todos los actores que conforman la comunidad educativa (Cornejo y Redondo, 2011). De tal manera, resulta fundamental estudiar el concepto de “clima escolar”, en tanto es uno de los principales enfoques para comprender mejor las influencias del ambiente escolar y las características de la IE en las conductas de los actores de la comunidad educativa y, finalmente, en los resultados de la institución (en términos de logros de aprendizaje, bienestar entre los miembros, eficacia en la gestión, etc.) (Cornejo y Redondo, 2011).
